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Mobile World Congress 2020 y el Coronavirus. Una oportunidad para comprender la importancia de la medición de los impactos de un evento 

  20/02/2020 07:30 Opinión


Los organizadores del Mobile World Congress (MWC) han decidido suspender la celebración de esta importante manifestación empresarial debido a las amenazas que, entre otras circunstancias, representa la epidemia provocada por el Coronavirus. Organizadores y responsables de la administración autonómica y local han debatido durante días los pros y contras de dicha suspensión. El riesgo de un posible contagio entre los participantes y la población residente, y los problemas logísticos que una eventual incidencia de este tipo pudiera acarrear, han sido determinantes en la decisión final. A partir del momento en el que se anunció la suspensión de la edición del 2020 del MWC han empezado a surgir en los medios de comunicación opiniones y valoraciones del efecto de la no celebración del congreso, previsto para finales de este mes de febrero en Barcelona. Los stakeholders del sector tecnológico se han manifestado lamentado el hueco producido por el aplazamiento en la presentación de las grandes novedades de los proveedores de soluciones y aplicaciones. Los consumidores de este tipo de innovaciones encontrarán que algo les falta en su calendario habitual. Los analistas sacarán a relucir el trasfondo del conflicto comercial y político entre las grandes potencias mundiales para hacerse con el dominio tecnológico. Por otro lado, la sede del congreso y su área geográfica de influencia notará un cierto vacío, acaso un alivio para otros, derivado de las cancelaciones de vuelos, traslados, alojamientos, restauración, comercio, cultura y entretenimiento. De hecho, el efecto de la cancelación del MWC se ha traducido en más espacio en los medios por este segundo tipo de consecuencias que por las de tipo más intrínsecamente sectorial. Los medios nos han recordado el resultado de distintos estudios que miden el impacto económico de dicho acontecimiento y las reacciones de los grupos de interés para tratar de paliar el desastre que se avecina. Viene todo esto a colación de la letra pequeña que aparece en los estudios de medición del impacto de los eventos deportivos, como también de la celebración de ferias, congresos y actividades culturales y recreativas. Las inversiones, si las hay, y los gastos en bienes de consumo de índole diversa de los asistentes, se traduce rápidamente en la economía territorial. Del resultado de dichos estudios quedan en la memoria colectiva las cifras del valor de la producción asociada al evento y, acaso, las relativas al valor añadido generado, empleos e ingresos derivados de los impuestos recabados. Como mucho, se constatan los efectos inmediatos (directos), los que se producen en sectores que se nutren de la actividad generada en los recintos (indirectos) y los movimientos de capital, a medio y largo plazo, fruto de las rentas generadas por los que han prestado servicios de todo tipo en los días que dura el evento (inducidos). Poco suele decirse de la repercusión del evento en los distintos sectores económicos. Los más beneficiados suelen ser, en general, los sectores de la hotelería, la restauración, el transporte y el comercio. Prever que una incidencia puntual pueda suponer la cancelación, total o parcial, de un evento de la naturaleza del MWC, faculta a las partes interesadas para plantear escenarios alternativos, no tan solo desde el punto de vista sustantivo en lo que se refiere al objeto del encuentro, sino también para el diseño logístico del movimiento de personas y mercancías y, en definitiva, para la cobertura de estos riesgos y su cuantificación económica en términos de los contratos de seguros. Las previsiones apuntaban que en este ejercicio el MWC iba a representar una inyección de 494 millones de euros a la economía catalana con una repercusión en el sector de la restauración y entretenimiento de 118 millones, el 24% del impacto total. A falta de datos publicados sobre el detalle de la medida del impacto previsto del MWC, sirvan dos ejemplos para situar el orden de magnitud de la distribución de los impactos de un acontecimiento de la magnitudes similares. El estudio sobre el movimiento ferial en Catalunya (con datos del 2015 y 2016 y llevado a cabo por un equipo de investigadores del UPF Sports_Lab) concluía que, los cerca de 839 millones de euros gasto anual incurrido por los 50 mil expositores, generaba un impacto total de 1.755 millones en valor de la producción (ventas) en el conjunto de la economía catalana. La hostelería, restauración, comercio y transporte absorbe la mitad de este impacto. La Maratón de Valencia de 2018, según datos de los autores del trabajo (IVIE), cifra en 42,3 millones de euros el impacto total sobre la producción de la economía valenciana de resultas de los 22,6 millones de gasto de la organización y de los poco más de 31 mil participantes. La hostelería, restauración y cafeterías se lleva el 50% de este impacto, seguido por el comercio (6,5%), servicios empresariales, 14%), servicios personales (5%) y el transporte interior (4%). Uno de los aspectos esenciales en cualquier proceso de planificación es la concreción de los objetivos que se pretenden alcanzar y, por otro lado, las acciones que permitirán alcanzar los logros perseguidos. La organización de grandes manifestaciones culturales, recreativas, científicas, deportivas o profesionales tienen principalmente objetivos sustantivos a cada una de estas facetas de la vida de personas, empresas e instituciones involucradas. Paralelamente suele generarse un importante tráfico de obras de infraestructuras (inversiones de nueva planta o adaptación y adecuación de instalaciones existentes) y de personas que se desplazan desde distintos lugares de la geografía local, regional, nacional y del exterior. El impacto que una cosa y otra genera en el territorio es indudable y va más allá de los aspectos meramente económicos. La información que se desprende de los estudios de medida de los impactos económicos es de gran utilidad, como hemos tenido ocasión de mostrar en estas líneas a propósito de la anulación de la edición del MWC de Barcelona 2020, sobre todo si entre todos somos capaces de valorar en su justa medida el contenido de los estudios de impactos que van mucho más allá de las cifras que suelen acompañar los titulares de prensa y la declaraciones de los organizadores. Esperemos que un algún “(impacto)virus” ayude a poner en valor el trabajo de muchos de nuestros colegas y compañeros de la Sociedad Española de Economía del Deporte (SEED) que trabajan con seriedad y rigor para facilitar a los interesados los detalles del significado de sus contribuciones. Carles Murillo Fort Presidente de la SEED Director del Máster en Dirección y Gestión Deportiva. UPF-Barcelona School of Management
 

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