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La medición del impacto ambiental en los eventos deportivos. Un nuevo paso en la evaluación de la sostenibilidad del deporte 

  02/05/2022 14:30 Opinión


Estos últimos meses se ha discutido la posibilidad de presentar una candidatura conjunta entre Catalunya y Aragón para organizar los Juegos Olímpicos de invierno de 2030. Más allá de cuestiones y tensiones políticas, el apoyo que los gobiernos y el Comité Olímpico Internacional (COI) han dado se ha justificado fundamentalmente por la inversión asociada, así como por el retorno que tiene en términos de puestos de trabajo o de mejora de la imagen e impacto en el turismo. Sin embargo, cuando se valoran unos Juegos Olímpicos (o de cualquier otro evento deportivo) no se toman en consideración sus costes ambientales. Y esto sucede en un momento como el actual, en el que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) ha asignado al deporte un papel importante para lograr los objetivos del Acuerdo Climático de París de 2015 y en el que el COI ha reconocido oficialmente que, más allá del deporte y la cultura, el medio ambiente representa la tercera dimensión del olimpismo. La relación entre el deporte y el medio ambiente es bidireccional. Por un lado, la organización y celebración de eventos deportivos genera diversas externalidades negativas que dañan el medio ambiente. Pero, por otro lado, la degradación del medio natural y el aumento del calentamiento global a través del cambio climático ponen en peligro la existencia de diferentes tipos de deportes, especialmente los de invierno. Uno de los puntos en contra de la candidatura de los juegos olímpicos en los Pirineos es la no viabilidad de las estaciones de esquí de obtener nieve de forma natural, debido a las previsiones de aumento de la temperatura y reducción de las precipitaciones. Varios estudios han demostrado el impacto potencial negativo del cambio climático en el futuro para los deportes de invierno al aire libre [1] aunque las implicaciones de un mundo más cálido en el deporte siguen siendo inciertas. Es común que los organizadores de grandes actos deportivos encarguen informes para evaluar el impacto económico y conseguir el apoyo de la ciudadanía, pero también para justificar la necesidad de una financiación pública que contribuya a desarrollar determinadas infraestructuras necesarias para la celebración de estas actividades. Desde el ámbito de la economía se han propuesto diferentes instrumentos para medir el impacto económico de los eventos deportivos, la mayoría basados en cuantificar la capacidad que tiene el deporte en generar rentas y empleo en la aérea geográfica donde se realiza. Sin embargo, realizar estos estudios es una labor compleja y existen problemas de medición [2] [3] [4]. Y muchas veces esto hace que se tienda a exagerar su valor socioeconómico y se ponga únicamente de relieve sus externalidades positivas. No obstante, si queremos analizar el impacto que tendrían unos Juegos Olímpicos de invierno, no sólo es necesario cuantificar los costes y los beneficios económicos sino también su impacto ambiental. De hecho, cada vez desde más ámbitos se están llevado a cabo investigaciones sobre cómo estimar estas externalidades negativas sobre el medio ambiente, especialmente en términos de la huella de carbono que provocan los desplazamientos tanto de los participantes como de los espectadores. Por ejemplo, existen ya estudios sobre el impacto en términos de la huella de carbono que generaron los espectadores que acudieron a la final de la de la Copa de la Asociación de Fútbol (FA) del Reino Unido en 2004 [5], al Rally de Gales en 2004 [6] o a las etapas del Tour de 2007 en el Reino Unido [7]. Pero también de la huella de carbono generada en Alemania por los desplazamientos asociados a 20 deportes diferentes [8] o la causada por los seguidores de fútbol que viajaron a los partidos de la Bundesliga durante la temporada 2018-19 [9]. Es cierto que la evaluación de los efectos ambientales de los eventos deportivos no está exenta de problemas: las herramientas cuantitativas individuales a menudo no pueden analizar los diferentes aspectos de la sostenibilidad asociados a ellos y más aún cuando muchos de estos efectos ocurren a lo largo de los años [10]. Sin embargo, esta evaluación es importante. Y aún lo será más a medida que el compromiso de desarrollo sostenible pase a ser una condición necesaria para recibir financiación pública. Es por todo esto que, aunque sea una labor compleja, es importante seguir avanzando en la investigación sobre cómo medir el impacto que tiene el deporte en el medio ambiente y, por tanto, cómo puede organizarse para reducir o modificar estas externalidades negativas que genera. Todo ello abre un campo para futuras investigaciones en la economía del deporte. Para tener mejores datos que nos ayuden a evaluar las políticas y las inversiones públicas en el deporte. Para justificar mejor el apoyo o el rechazo a un evento deportivo más allá de su impacto económico. Porque, tal como muestra la discusión que se ha generado en torno a la candidatura de los Juegos Olímpicos de invierno de 2030, el impacto ambiental en un contexto de emergencia climática es un aspecto a tener cada vez más en cuenta.   Joan Mogas Amorós Departamento de economía de la Universitat Rovira i Virgili   Referencias [1] Scott, D. y Hall, C. y Gössling, S. (2012). Tourism and Climate Change. Impacts, adaptation and mitigation. London and New York, Routledge. [2] Pedrosa Sanz, R. y Salvador Insúa, J.A. (2003). El impacto del deporte en la economía: problemas de medición. RAE: Revista Asturiana de Economía, 26, 61-84 [3] Barajas, A., Salgado, J. y Sánchez, P. (2012). Problemática de los estudios de impacto económico de eventos deportivos. Estudios de Economía Aplicada, 30 (2), 441-462. [4] Bosch, J., Murillo, C. y Raya, J.M. (2019). La importancia económica del sector deportivo y el impacto económico de los eventos deportivos Papeles de economía española, 159, 261-274. [5] Collins, A. y Flynn, A. (2008) Measuring the environmental sustainability of a major sporting event: A case study of the FA Cup Final. Tourism Economics, 14, 751-768. [6] Jones, C. (2008). Assessing the impact of a major sporting event: the role of environmental accounting. Tourism Economics,14 (2), 343–360. [7] Collins, A., Munday, M. y Roberts, A. (2012). Environmental consequences of tourism consumption at major events: An analysis of the UK stages of the 2007 Tour de France. Journal of Travel Research, 51 (2), 577–590. [8] Wicker, P. (2019). The carbon footprint of active sport participants. Sport Management Review, 22(4), 513-526 [9] Loewen, C. y Wicker, P. (2021). Travelling to Bundesliga matches: the carbon footprint of football fans. Journal of Sport & Tourism, 25(3), 253-272 [10] Collins, A., Jones, C. y Munday, M. (2009). Assessing the environmental impacts of mega sporting events: Two options?. Tourism Management, 30(6), 828-837.  
 

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